Sin duda el ciclismo tiene más poder de lo que te puedes imaginar y esto lo demuestra la historia de vida de Alberto Ceballos, quien ha logrado retarse a sí mismo y transformar su vida gracias a este deporte.
Alberto o ‘Beto’ como le dicen sus amigos es de Barranquilla, Atlántico, tiene 37 años, es ciclista, Administrador de Empresas y docente de finanzas en la Universidad del Atlántico.
Siempre se ha caracterizado por ser una persona que le gusta ponerse retos y que lo da todo por alcanzar sus metas. “ Soy apasionado por las cosas, me gusta terminar lo que empiezo y disfrutarlo”.
Desde que estaba en el colegio se interesó por practicar deportes como natación, fútbol, karate, voleibol y basquetbol. Al final, se quedó con el fútbol y el karate. “El karate te enseña a no rendirte, en el ciclismo te ayuda a tener más motivación para lograr las metas”.
Así comienza su historia…
Entre 2006 y 2010, mientras estaba en la universidad y estudiaba dos carreras a la vez ( Administración de Empresas y Negocios y Finanzas ), sufrió de sobrepeso y llegó a pesar 110 kg. En ese momento continuaba entrenando karate pero enfocado a las artes marciales.
Alberto no se estaba dando cuenta que su salud estaba corriendo riesgo. Un día, cuando se fue a poner un pantalón y no le cerró fue que tomó conciencia de la situación.
Así lucía Alberto antes de entrar al mundo del ciclismo.
Luego de varios años, en 2015, volvió a retomar el fútbol para ver si mejoraba aún más en su peso, ya había bajado un poco pero quería estar mejor.
En una ocasión, mientras estaba en un partido presentó una distensión o también llamada torcedura en su espalda. Él creía que no había pasado nada grave.
Tiempo después, en un campeonato que se llevó a cabo en su trabajo volvió a presentar la misma molestia. Por tercera vez, (durante un entrenamiento) ocurrió lo mismo, pero en esta oportunidad los dolores aumentaron. Al ir a urgencias lo tuvieron que remitir con el neurocirujano.
Según el diagnóstico del médico que lo atendió presentaba una Escoliosis, eso quiere decir que se van disminuyendo los discos L4 y L5 de la columna.
Alberto ya no podía ni volver a jugar fútbol ni practicar karate rudo porque hacer este tipo de actividades aumentaba la posibilidad de que lo operaran. Se sentía desanimado, solo le enviaban pastillas para dormir y el dolor de espalda era insoportable. “Yo siempre he sido activo y no me podía quedar quieto”.
Una noche, mientras iba en su carro después de haber dictado clase, freno en una esquina de la Calle 72 y se dio cuenta de que venían varios ciclistas recorriendo la ciudad. “Cuando yo freno veo el pocotón de luces, música y bicicletas”.
“¡oye que bacano montar bicicleta!” – pensó Alberto.
Una mañana, mientras estaba en una cita de control, le preguntó al doctor si podía practicar ciclismo. Él le dijo que sí, que lo intentara.
Al llegar a su trabajo se acordó que un amigo le había comentado que estaban vendiendo una bici en $600 mil pesos. Esa misma noche fue y la compró sin pensarlo dos veces.
La bici era una GW Piranha de MTB color azul. En esa época no conocía bien acerca de bicicletas y cómo era la “movida” en Barranquilla para ir a rodar. Sus primeras salidas fueron con Bici People a los ciclo paseos nocturnos.
Alberto durante una rodada en Tubará. Foto: Instagram @beto_ceballos.
Ciclismo: Adrenalina y velocidad
Su pasión es el ciclismo de ruta. Un día, un compañero de trabajo lo invitó a rodar con un grupo de ciclistas a la Vía al Mar (Barranquilla- Cartagena). El punto de encuentro era La Porto, la Clínica Portoazul, lugar donde se reúnen la mayoría de ciclistas de la ciudad.
“Cuando yo llego veo esa cantidad de bicicletas y todos uniformados. Yo con tenis, una licra por debajo y una bermuda, eso da mucha risa”.
En el recorrido se veía sorprendido por el rendimiento de algunos compañeros en las subidas, así que consideró que al cambiar de bicicleta su desempeño iba a mejorar.
Más adelante, vendió la bici y se fue para un almacén a comprar otra: una GW Flama Clari de 8 velocidades. Con ella sentía que sus entrenamientos avanzaban pero quería más. Luego la volvió a vender y adquirió una Trek Emonda SL5 color negro y rojo.
“La diferencia fue del cielo a la tierra, apenas pase a esa el promedio me subió y busqué un entrenador personal”.
Alberto usando la jersey de iGPSPORT Colombia. Foto: Instagram @beto_ceballos.
En esta aventura ha conocido a varios grupos con los que ha aprendido bastante. Hoy en día hace parte del grupo Caribbean. “ Cuando uno va cogiendo ritmo, va buscando grupos más fuertes”.
Al principio Alberto tenía un cuentakilómetros inalámbrico, pero la persona que lo entrena le dijo que este dispositivo no le servía y le recomendó usar un ciclocomputador para medir la frecuencia cardíaca, la cadencia y otros datos importantes.
Luego de ver las diferentes opciones en el mercado, el año pasado encontró el igs618 de la marca iGPSPORT para medirse y evolucionar.
“Es un ciclocomputador que lo tiene todo a un bajo precio, adecuado para el que trabaja y quiere conseguir lo suyo. Lo que más me gusta es que se puede usar con los sensores”.
Posteriormente, compró la banda de ritmo cardíaco brazo HR60, el sensor de velocidad SPD61 y el sensor de cadencia C61 para tener un mejor conocimiento de su cuerpo y entrenar de forma saludable.
Los días martes, miércoles y jueves, antes de irse a la oficina, se levanta a las 4: 15 de la mañana para irse a rodar hacia la Vía el Mar o la Prosperidad por un tiempo de 2 horas.
En el caso de los fines de semana, las rutas suelen ser hacia municipios como Piojó, Tubará o corregimientos como La Chorrera*.
El ciclismo además de ser una terapia física para Alberto, lo ha hecho ser una persona más fuerte para estar emocionalmente tranquilo luego del fallecimiento de su pequeño hijo en 2018. Incluso vive la vida de otra manera alejado de los “vicios”, él mismo manifiesta que prefiere madrugar para ir a montar bicicleta y no amanecer tomándose una cerveza.
En todo este tiempo ha logrado visitar Puerto Velero, en Tubará (45 km ida y vuelta) y la subida La Negra, por la Vía al Mar.
“Cuando salía con los grupos nunca terminaba un recorrido con ellos y me quedaba solo, hasta que ya lo pude hacer”.
Hace menos de un mes logró con mucho esfuerzo comprarse una bicicleta KTM color rojo, con ella ha obtenido sus aventuras más importantes:
- El pasado sábado 17 de octubre subió hasta la Minca** en Santa Marta. “Esta subida sí que me gusta… me pone a sufrir, pero se disfruta”.
- Y el domingo 18 recorrió la vía Barranquilla – Cartagena ida y vuelta en un trayecto de 200 km. “Fueron seis horas y media rodando pero muy gratificante”.
Alberto subiendo La Minca en Santa Marta. Foto: Instagram @beto_ceballos.
Por ahora, ‘Beto’ sigue disfrutando cada recorrido por los diversos lugares de la costa atlántica colombiana y espera que el próximo año ya pueda competir junto a su equipo.
Esperamos que esta historia de éxito sobre ruedas te haya gustado ¿Y a tí cómo te ha cambiado la vida montar bici? Cuéntanos en los comentarios de este artículo o a través de redes sociales utilizando el Hashtag #HistoriasEn2Ruedas.
* La Chorrera está ubicada en el municipio de Juan de Acosta.
**La Minca es un corregimiento ubicado cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta.